Abril: Las Nunca Antes Vistas
Los departamentos más caros de Ciudad de México están en una calle con vistas espectaculares e inaccesibles. Para documentar estas vistas privilegiadas, creé una identidad ficticia que me permitió acceder con mi cámara a espacios donde pocos pueden vivir, explorando paisajes urbanos, lujo y poder.

La calle con los departamentos más caros de la Ciudad de México —y probablemente de todo el país— es Rubén Darío. Los edificios de esta calle tienen una vista al inmenso Bosque de Chapultepec, un lugar que desde la época prehispánica ha estado ligado a las clases sociales más altas, sirviendo como refugio para los gobernantes aztecas de Tenochtitlán. Hoy, los residentes de estas torres disfrutan de la vista de 866 hectáreas de bosque urbano que contiene un zoológico, los museos más grandes del país, la antigua residencia presidencial, un parque de diversiones y el único castillo real de América del Norte. Irónicamente, todo esto ocurre en una calle que lleva el nombre de un poeta nicaragüense famoso crítico de los valores burgueses.
“El rey tenía un palacio soberbio donde había acumulado riquezas y objetos de arte maravillosos… Subía por una escalera llena de columnas de alabastro y de esmaragdina, que tenía a los lados leones de mármol, como los de los tronos salomónicos. Refinamiento.” (Rubén Darío, "El Rey Burgués," 1888)

La idea de este proyecto comenzó después de que me encontré con Private Views: A High-Rise Panorama of Manhattan de la arquitecta y fotógrafa húngara Andi Schmied. Su obra muestra las vistas más privilegiadas de Manhattan desde los apartamentos probablemente más lujosos del mundo, lugares que solo un puñado de multimillonarios puede permitirse. Esto me llevó a pensar: ¿Existen lugares así en mi ciudad? ¿Cuánto valen? Y si es así, ¿cómo podría acceder a ellos con mi cámara?

Comencé creando un personaje, con una historia lo suficientemente creíble como para ganarme la confianza de los agentes inmobiliarios y que me mostraran estos lugares. Este personaje, interpretado por mí, era hijo de una familia adinerada de cuatro miembros que—que como era de esperar—se había mudado de joven a Madrid y había pasado la mayor parte de su vida en Europa. Debido a que recientemente sus papás le habían cedido su departamento en Ciudad de México a su hermana, por supuesto que necesitaban uno nuevo. Así que le pidieron a su hijo, yo, que les buscara un bonito departamento en Polanco con vistas al parque—algo que pudieran presumir con orgullo ante sus invitados europeos.
"Este departamento fácilmente se rentaría en unos 25 mil dólares al mes." Me comentó uno de los corredores durante una visita.
"Ahora mis papás no están interesados en hacer negocio, lo quieren para vivirlo." Le contesté.

Con esta historia—digna de telenovela—bien definida, comencé mi búsqueda del departamento más caro de la Ciudad de México con las mejores vistas. Como era de esperar, todos estaban ubicados en la calle que da al Bosque de Chapultepec: Rubén Darío. Contacté a las agencias que anunciaban estas propiedades y esperé. No tardé mucho en programar algunas visitas, ya que la gran mayoría de los agentes no dudaron de mi historia y solo pedieron una identificación.

El siguiente reto era verme como el personaje. Ya que no tenía ninguna de las grandes marcas que la gente casualmente viste los domingos en Avenida Masaryk, me inspiré en el origen europeo de mi personaje y opté por algo sofisticado pero discreto: sin logotipos, sin marcas, sin accesorios, solo mi Leica M5 colgada del hombro—porque ¿qué otra marca de cámara usaría un heredero millonario?

Antes de llegar, caminaba desde el lugar ficticio donde me alojaba —el departamento de mi hermana— hasta el edificio que iba a visitar. Sabía que era muy poco probable que los agentes se dieran cuenta de esto, pero me parecía correcto para crear el ambiente y prepararme para la visita. Una vez que me reunía con los agentes, tenía una regla simple: por cada tres datos que recibía, yo compartiría un detalle personal. Debía revelar elementos de mi historia solo cuando fueran relevantes para la conversación sobre la propiedad, manteniendo un aura de misterio y sin arruinar mi fachada. También quería mantener mis respuestas lo más vagas y distantes posible cuando me preguntaban, pero para mi sorpresa, los agentes rara vez hacían preguntas personales; nunca preguntaron a qué nos dedicábamos mi padre millonario o yo, lo que ahora parece una pregunta obvia que omitir dado el contexto.
“¿Te gustaría ver el area de escoltas?” Preguntó uno corredor mientras terminábamos una visita.

A la hora de tomar fotos, decidí hacerlo de la forma más natural y desinhibida posible. Como ya tenía la cámara a la vista, simplemente la levantaba hasta mi ojo y tomaba la foto. Se suponía que iba a comprar un departamento de 10 millones de dólares, ¿por qué pediría permiso para tomar fotos? Después de un par de visitas, comencé a sentirme cómodo. Me di cuenta de que podía tomarme mi tiempo, observar el espacio y encuadrar mis tomas. En el peor de los casos, probablemente parecía que estaba evaluando cuidadosamente el departamento.
“Aveces se pueden var las jirafas del zoológico desde aquí, que lastima que hoy no están afuera.” Comentó una corredora mientras tomaba una foto de la vista.

También sentí curiosidad por saber quién vivía en estos edificios. Aún en mi personaje, les pregunté a los agentes sobre los vecinos. Para mi sorpresa, no tuvieron problema alguno en compartir detalles. Comentaba hasta el porcentaje de residentes que eran propietarios frente a inquilinos, y con frecuencia soltaban pistas como: «Aquí vive un embajador de un país muy importante» o «Este es el hogar del CEO de una gran empresa». Si ayudaba a vender la propiedad, estaban dispuestos a revelar especificaciones.
"¿Y tus papas son mucho de andar en Suburban?" Me pregunta uno de los corredores.
"La verdad no. No hay mejor seguridad que pasar desapercibido." Respondí.
"Que bien, porque tengo otro departamento con mejor vista, pero los elevadores del estacionamiento no son muy grandes, y eso no muchos les gusta.”

Durante mis visitas, rara vez me encontré con vecinos. La mayoría de las personas que se movían por estos complejos eran empleados de servicio. Vi más gente paseando perros y cuidando niños ajenos que a los propios residentes. Incluso los espacios comunes que parecían hoteles de lujo, de esos para los que no me alcanza, apenas se usaban. Una azotea tenía una increíble alberca infinita climatizada con vista al Bosque de Chapultepec. Tenía cinco años y parecía completamente nueva.
“En los cuatro años que llevo viniendo a este edificio, esta es la primera vez que veo a alguien usando la alberca.” Comenta uno de los corredores mientras me muestra las amenidades.

A medida que el espectáculo de las vistas comenzó a desvanecerse, mis sentimientos cambiaron. Dejó de tratarse sobre belleza o estética. Se convirtió en poder. ¿Qué se sentiría despertar cada mañana por encima del castillo que alguna vez albergó al Emperador de México? ¿Qué se sentiría mirar desde la ventana de tu baño a millones de visitantes del parque que solo pueden soñar con vivir así? ¿Quién sería yo si tuviera esta vista?
“Somos afortunados, es Cierto. Nadie en la historia del mundo ha vivido mejor que nosotros. Ni siquiera los antiguos reyes y reinas. Lo menos que podemos hacer es disfrutarlo. Si no lo hacemos, seria una ofensa. Es una ofensa para los miles de millones de personas que solo pueden soñar con la idea de vivir como nosotros” (White, 2025, 16:04)

- Darío, R. (2013). Azul... (1st ed., p. 18). Pequeño Dios Editores.
- White, M. (Writer & Director). (2025, April 6). Amor Fati (Season 3, Episode 8) [TV series episode]. In M. White, D. Bernad, & N. Hall (Executive Producers), The White Lotus. Rip Cord Productions; HBO